Día 6: Colonia
Coblenza
Despertamos después de haber descansado, la verdad que el hotel era justo lo que necesitábamos, algo tranquilo, limpio y cómodo. Nos dimos una ducha rápida y nos dirigimos, sin perder mucho tiempo al parking a coger el coche y poner rumbo a nuestro primer destino, el castillo de Eltz.
Eltz
Es un castillo medieval situado en las colinas que baña el Mosela. Actualmente el castillo sigue siendo propiedad de la familia que residió allí durante el Siglo XII. Se encuentra a escasos 40 minutos de Coblenza, por lo que en poco más de 35 minutos llegamos al parking de Eltz. Nada más llegar vimos que había una opción de bajar al castillo en autobús, el cual te deja en el puente que da acceso al castillo o bien andando, con dos posibles rutas de llegada al mismo. Una más corta y la otra es algo más larga, nosotros para bajar optamos por la corta. Fue todo un acierto ya que por la hora del día que era, teníamos que aprovechar que el sol aún no estaba lo suficientemente arriba para que no estropeara las fotos.
Después de caminar durante menos de 5 minutos llegamos al primer mirador desde donde se ve una panorámica impresionante del castillo:

Después de caminar durante 10 minutos, llegamos al puente que da entrada al castillo:

Nos dejaron entrar al patio interior sin mayor problema, esperábamos que quizá algún guía nos llamara la atención ya que estábamos viendo el castillo por libre cuando aún estaban comenzando a abrir los restaurantes.

Después de visitar el patio interior, cogimos la ruta que nos llevaba al parking y así poder cerrar el círculo del trazado por completo y ver también el castillo desde otra perspectiva:

Cuando llegábamos al parking comenzamos a ver ya que el número de turistas aumentaba considerablemente, los autobuses eran bastante más frecuentes y el parking estaba casi completo. nos montamos en el Parking y pusimos rumbo a nuestro destino final del día de hoy, Colonia.
Colonia
Era la segunda vez que visitábamos la ciudad y como nos venía bien dar un poco de pausa a nuestro viaje antes de llegar a Holanda, decidimos que la mejor opción sería hacer un parón en Colonia. Reservamos una habitación doble muy cerca del centro ce la ciudad, en concreto en el hotel XII Apostel Albergo, al que la única pega que le podemos poner es que no hubiera aire acondicionado. Estábamos pasando una época de máximos históricos en Alemania y el hecho de no tener un ventilador, la verdad que no nos permitió descansar como hubiéramos querido.
El hotel se encuentra cerca del ayuntamiento y de la Alte Marktwaage:

Tuvimos mala suerte al asomarnos a la plaza del Ayuntamiento, ya que estaba en obras y la fachada estaba casi por completo tapada, tuvimos que conformarnos con el detalle de una parte de sus paredes:

Nuestro siguiente era la famosa Fischmarkt y de camino a ella, nos perdimos entre las calles y nos topamos con las típicas casas de colores con sus formas diferentes que tanto llaman la atención:

Finalmente llegamos a la Fischmarkt, una de las zonas más pintorescas de la ciudad, donde vemos ahora sí la hilera de casas más famosas de la ciudad:


Eran en torno a las 17:00 cuando nos acercamos a una de las Catedrales más famosas del mundo, según cuenta la leyenda, aquí se encuentran los restos de Los Reyes Magos. Además uno de los iconos más conocidos del país:

Las vidrieras que decoran el interior de la Catedral son impresionantes, además nos sorprendimos de la altura que tenía:

Muy cerca del altar principal, encontramos la arqueta donde están guardados los restos de Los Reyes Magos.

Después de la visita al interior, decidimos comenzar a subir a la torre para tener unas vistas de pájaro de la ciudad. Con el calor que hacía la idea ya supimos que no iba a ser del todo buena, pero como el horario de apertura era tan extricto, si queríamos visitarla, no podíamos esperar mucho más, así que comenzamos la subida de las 533 escaleras, con el termómetro marcando los 33ºC y sudando a mares nos autoengañábamos pensando que no quedaba mucho al ver las campanas:

Estaba claro que aún quedaba un poco más, recuerdo de la última vez que subí también llevarme el mismo chasco, todavía quedan otro montón de escaleras para subir. Hasta que por fin, vemos el final y pudimos asomarnos a ver la panorámica desde lo alto:

Volvimos a bajar y fuimos al hotel a darnos una pequeña ducha, ya que queríamos aprovechar y ver el atardecer para poder asomarnos desde el otro extremo del puente Hohenzollern (Hohenzollernbrücke).
Antes de que cayera el sol salimos a la calle, cenamos en el restaurante Peters Brauhaus, una Bratwurst y un riquísimo Schnitzel.
Después de la cena pusimos rumbo con el trípode al otro extremo del puente para obtener una visión perfecta de la Catedral. Atravesamos el Hohenzollernbrücke, donde los candados de los enamorados ocupan por completo la valla y hasta cuesta encontrar un hueco vacío.
Cuando llegamos al otro extremo vimos que ya había cola para sacar la típica foto nocturna de la ciudad, sin duda es la vista más bonita de la ciudad:

Tras disfrutar de las vistas, volvimos al hotel a descansar, el día siguiente sería algo duro, dejaríamos Alemania, para comer en Holanda y después cenar en Bélgica. Suena bien, verdad? Vamos!!