Día 1: Cracovia
Cracovia
Llegamos al aeropuerto de Cracovia Juan Pablo II, su nombre se lo debe al Papa que nació en Polonia y para ellos es un gran orgullo que una de las personas más queridas a nivel eclesiástico sea originario del país. Las casi 9 horas de escala nocturna en Bruselas - Charleroi comenzaban a pasar factura, no pudimos dormir más de 2 horas, el ruido y el tránsito de gente hizo que la noche fuera de todo menos tranquila. Pero ya no había vuelta atrás, habíamos llegado y teníamos que buscar al propietario del apartamento que muy amablemente se ofreció a recogernos y trasladarnos del aeropuerto hasta el alojamiento.
Eran en torno las 10:00 cuando llegamos al apartamento, tenemos que decir que estaba perfectamente acondicionado, muy espacioso y muy amplio. Además se situaba relativamente cerca de la Stare Miasto, a escasos 10 minutos caminando del centro de la ciudad vieja. Después de darnos una ducha y cambiarnos, no perdimos tiempo y salimos del apartamento hacia allí.
Nos dirigimos directamente a Rynek Glowny, que es como se conoce a la Plaza del Mercado. Es la plaza medieval más grande de toda Europa.

La basílica Santa María es preciosa, con sus dos torres una más alta que otra. La más alta está decorada con una corona dorada. Antíguamente desde esta torre se comunicaba, por medio de un trompetista, a los habitantes de la apertura y cierre de las puertas de la ciudad, como también los posibles ataques o invasiones de los enemigos. Cuenta la leyenda que en un intento de asalto a la ciudad, cuando el trompetista estaba a punto de avisar a los habitantes del asalto que estaban a punto de sufrir, fue asesinado tras ser alcanzado por una flecha. Hoy en día, conmemorando este acto, a cada hora en punto suena la melodía conocida como “hejnal”.

Precio a la Catedral: Gratuito.
Precio altar: Adultos: 10PLN. Estudiantes:5PLN. Mayores de 65 años: 8PLN.
Precio a la Torre: Adultos: 15PLN. Estudiantes:10PLN.
Horario: De lunes a sábado: de 11:30 a 18:00 horas. Domingos: de 14:00 a 18:00 horas.
El interior de la basílica merece mucho la pena, tiene unos detalles cuidados hasta el más mínimo detalle:

La mayoría de edificios de la ciudad vieja permanecen casi intactas ya que fue de las pocas ciudades polacas que casi no sufrió ningún desperfecto debido al ataque de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. La plaza es el centro neurálgico de la ciudad, está llena de vida tanto de día como de noche.
Justo en el centro de la plaza, tenemos "La lonja de los Paños", es uno de los monumentos más característicos de la ciudad. Es el lugar ideal para admirar la artesanía local y quedarse asombrado con las maravillas que hacen con el ámbar.

Por dentro el mercado tiene una gran variedad de comercios de artesanía, joyerías e incluso algún puesto de souvenirs típicos.

Salimos del mercado y al otro extremo de la plaza podemos ver la Torre del Antiguo Ayuntamiento:

La torre tiene 75 metros de altura, tras la demolición del ayuntamiento, es lo único que queda en pie. Es posible subir a la torre, aunque las vistas desde arriba no son lo suficientemente buenas como para que merezca la pena subir las 110 escaleras.
Precio: 9 PLN. Estudiantes 7 PLN.
Horario: Desde abril hasta octubre: todos los días de 10:30 a 18:00 horas. Noviembre y diciembre: todos los días de 12:00 a 18:00 horas. Resto del año cerrado.
Después de visitar la Rynek Glowny era hora de comer, buscamos uno algo más alejado, optamos por el "Pod Wawelem" situado en una de las calles colindantes a la plaza. Nos sorprendió la diferencia de precio brutal frente a lo que estábamos acostumbrados a pagar, por escasos 9€ teníamos un costillar con patatas, ensalada y una jarra de 1 litro de cerveza. No estaba nada mal!
Tras el parón rodeamos de nuevo la Plaza Mayor hasta llegar a la defensa Barbakan. Un bastión circular que fue construido para fortalecer la parte de la ciudad amurallada:

Sus túneles subterráneos se comunican con La Puerta Florián, es la única puerta que queda de las 8 que hubo en los orígenes de la ciudad amurallada:

Encaramos la subida al Castillo de Wawel, construido a lo alto de la colina con su mismo nombre, fue residencia de los monarcas polacos. Cuando la capital de Polonia se trasladó a Varsovia el castillo dejó de utilizarse como residencia. Comenzamos la subida hasta llegar a la plaza central. En el complejo tenemos varios puntos de interés entre los que destacan: Una exposición de 138 tapices que datan de 1550, Los apartamentos privados de los Reyes, el tesoro de la corona, el arsenal, la catedrál de San Wenceslao, la capilla de Segismundo y la torre Sandomierska.

Nos adentramos en el patio central que es desde donde se accede a las Salas del Estado. Dentro del recinto no está permitido sacar fotografías. Dentro encontraréis salas con techos pintados, tapices y muebles de la época.

Tras la visita, la siguiente parada era la Armería y el Tesoro de la corona, una colección de armas entre las que destacamos la "Szcerbiec", una espada que se utilizó en la coronación de los reyes polacos. Después de la visita, lo último que nos quedaba por ver era la catedral y la capilla, en la que tampoco permitían sacar fotografías.

Nos dirigimos a la parte inferior del castillo, donde pudimos ver la famosa cueva del dragón y su escultura, la cual escupe fuego cada cierto tiempo. Cuenta la leyenda que antiguamente, un dragón vivió en la cueva y se dedicaba a devorar a los habitantes de la ciudad. Ninguno supo cómo acabar con el temido dragón, hasta que a un humilde zapatero se le ocurrió rellenar con azufre la piel de un cordero. El dragón no dudó en comérselo, lo que le provocó una sed tremenda y para saciarla se bebió todo el agua del río Vístula y explotó, fue así como los ciudadanos se libraron de esta gran pesadilla.

Precio: Salas de Estado: 18 PLN. Tesoro de la Corona y Armería: de 16 a 18 PLN. Apartamentos Reales: de 21 a 25 PLN. Arte Oriental: de 7 a 8 PLN. Wawel Perdida: de 8 a 10 PLN.
Horario: Depende de la época del año, por norma general de 6:00 a 17:00.
Descendimos nuevamente a la Rynek Glowny para tomar algo en una terraza mientras esperábamos al anochecer, hay multitud de bares y restaurentes en los alrededores lo que hace que la plaza esté casi siempre abarrotada de gente.

Cenamos en el restaurante Chata, sirven comida típica polaca, además de ser barato su decoración llama muchísimo la atención. Después de la cena y con el cansancio que arrastrábamos después de pasar la noche en el aeropuerto, no tardamos mucho en volver al apartamento a descansar, mañana nos esperaría la visita al campo de concentración de Auschwitz.